La sombra es uno de los fenómenos naturales más
enigmáticos que el hombre ha sabido convertir en símbolo: símbolo del mal y de
la muerte, del doble, del alma y del espíritu.
Podemos tener luz todo el día en tanta cantidad, una luz de
calidad y en cantidad, que anulamos las sombras. En nuestras casas la sombra
está muerta o “matada” por la luz. Antiguamente las luces de las velas y
lámparas, creaban sombras en movimiento, sombras vivas.
Podemos
concebir la oscuridad sin luz, pero la sombra sin luz no.
La
sombra aparece siempre por gradación o por contraste, nunca por exclusión.
El
abuso de la luz eléctrica nos ha hecho olvidar cualidades intrínsecas de la
iluminación natural, siendo una de ellas la sombra. También la variación de la
luz, de su color y de su intensidad por medio de su difusión y reflexión,
originada al atravesar las diferentes capas de la atmósfera y reflejarse en los
materiales opacos de la naturaleza.
La
sombra hace que el hombre se pueda ver a sí mismo, el hombre no se puede ver
hasta que no contempla su silueta en la sombra. La sombra nos da la tercera
dimensión.
Un
cuerpo opaco situado en la trayectoria de la luz impide que ésta se propague y
crea una zona oscura que se llama sombra, esta es una consecuencia directa de
la propagación rectilínea de la luz.
Cuando la fuente de luz no es puntual, la sombra se divide
en umbra y penumbra.
Cuanto más ancha es la fuente de luz, más difuminada o
borrosa será la sombra.
La penumbra es
una sombra débil entre la luz y la
oscuridad, que no deja percibir dónde empieza la una o acaba la otra.
Existen dos
tipos de sombras: las sombras de formas y las sombras de proyección. Las
sombras de formas corresponden a las áreas sombreadas sobre una superficie a
las que no puede llegar la fuente de luz. Las sobras de proyección son las que
generalmente conocemos como sombras: las sombras proyectadas por un objeto
sobre una superficie (como, por ejemplo, el suelo) cuando el objeto se
encuentra entra la fuente de luz y dicha superficie. Las sombras son muy
importantes en las artes visuales, ya que proporcionan solidez y forma y, a su
vez, crean dramatismo y suspense.
Si nos encontráramos en un lugar
donde no hubiera ni luz de ambiente ni reflejada, como, por ejemplo, en el
espacio, las sombras de forma y de proyección serian exactamente iguales: por
completo negras.
Sin embargo, aquí en la tierra, las
cosas no son tan sencillas. La atmosfera actúa como un gigantesco difusor de la
luz, dispersándola por todas partes. Además, nuestro planeta está repleto de
superficies reflectantes que dispersan aún más la luz, lo que implica que las
formas, en la mayoría de los casos, reciben algún tipo de luz secundaria. Por
lo general, además dicha luz secundaria suele iluminar más las sombras de forma
que la sombra de proyección.
Cuando la luz revota sobre una
superficie, extensa como el suelo, la luz reflejada proviene, obviamente, de
una fuente de luz grande y, por tanto, brillante, lo que implica que la sobra
de forma que se crea sobre la esfera está recibiendo bastante luz del suelo,
además de la que proviene de la atmosfera.
En el exterior, la sombra de
proyección son mas oscuras que la sombra de forma. No obstante esto es solo una
regla general.
Las sombras de forma proporcionan
profundidad a los objetos en especial si la iluminación es lateral. Además
contribuyen en gran medida a transmitir la forma de un objeto. La ausencia de
sombra de forma es el motivo por el cual la iluminación frontal puede llegar a
tener un aspecto tan plano.
La
sombra de forma también enlaza la textura. La textura también aparece
enfatizada por la luz direccional, más intensa.
Así
pues, la sombra de forma desempeña un papel muy importante a la hora de
transmitir tanto la forma, como la textura de un objeto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario